Las crónicas desde el Muro- Capítulo 10- Meando desde el muro o lo que es lo mismo subida al Preikestolen

Hola de nuevo!

La verdad que es difícil una entrada como la de la subida al Preikestolen...es difícil relatar y describir tantas sensaciones así que he decidido contarla de una manera más...como decir...íntima. Es decir..algo más profundo...como por ejemplo...SUBSUELO!!! (ruido de grillos de fondo)

Os animo a que antes o después de leer mi blog le echéis un vistazo a esta página: http://paulocoelhoblog.com/2010/08/12/manual-para-subir-montanas/ en base a esto se va a dedicar mi entrada...más o menos. No soy Paulo Coelho ni lo pretendo, pero si es cierto que tiene cosas muy tiernas y animadas.

La verdad que mientras subía me acordaba de el viaje, que ahora el 12 de septiembre hace 4 años, realicé en África durante mi estancia en el País Dogon. También subimos a un pueblo en lo alto...pero con más temperatura que aquí y cruzando ríos...la verdad que tiene su aquél...por eso no paraba de acordarme de muchas sensaciones, olores y momentos.

Quiero que miréis con atención las fotos. Aparte de los kilos que he ganado y la barba que me crecía en un mes y la que me crece ahora en 1 semana, han cambiado muchas cosas desde entonces.
Es cierto, que África me cambió. No sé si el cambio fue para bien o para mal...pero desde entonces no soy el de antes. Muchos me dijeron que volví más serio que era...distinto.
La verdad que era un chaval de 16 años en un continente extraño y que ver tantas cosas le crearon heridas que aun no he sabido curar...intento releer el diario pero ni por esas consigo saber qué ocurrió.

Por otro lado, tenemos la foto de este erasmus. Casi la misma posición pero distinta figura. Es cierto que la cosa es distinta, aquí estoy sólo, apañándomelas para convivir conmigo. Esta vez no tengo a 20 monitores que velan por mí ni a mis padres o amigos de siempre para saber como soy.

Creo que con este período lograré cerrar esas heridas que se abrieron y ser un pelín, aunque cueste creerlo, más maduro. Son ya casi 21 años y va siendo hora de ir poniendo una escala de valores más sólida de la que tenía hace 4 años, centrándome en lo de verdad.

Como iba diciendo, la montaña es como el camino que recorremos. Mucha veces andamos con prisa y no saboreamos todo lo que tenemos a nuestro alcance... De vez en cuando tienes que pararte, poner los brazos en jarra y observar el camino avanzado, es decir, mirar hacia atrás. Ver cada uno de los pasos, que a veces han sido frágiles y te has tropezado, para que a la vuelta digas "¡Ojo!" y no solo pararte para mirar hacia atrás...si no disfrutar durante unos momentos de todo lo que estás viviendo. Ooooh que cascada, vaya vistas, ¿y hasta aquí he subido yo? 

Pero ahora viene lo complicado, hay que arrancar y mirar hacia delante. Por muy bonito que sea no te puedes enfríar y quedarte en un punto haciendo fotos...te acomodas y te cuesta arrancar. 

Mirar hacia atrás está bien, puedes decir: "je,je, soy un campeón muak, muak" y también te puedes meter la toña del siglo por no ver dónde estás pisando. Pero mirar hacia delante es tan difícil o más como lo anterior, llegan los miedos. "Uf esa piedra, uf que frágil, uf, uf, vaya caida como pise en falso...la hemos liado..uf..uf.. Ah pues no era para tanto". Aquí puedes comprobar que si te despistas un poco metes el pie entre dos rocas y te tuerces el tobillo y también puedes comprobar que si temes pisar una piedra en falso vas a meter el pie allí.

En este camino a la cumbre tienes compañeros, todos van hacia el mismo lado. Puedes ir eligiendo con quien quieres pasear, algunos van a un ritmo que tu no puedes seguir porque te has parado demasiado en una cosa y otros van a un ritmo demasiado despacio que te atolondra. También tienes la opción de ir en solitario rodeado de mucha gente, pero perderías muchas cosas: compartir las vistas, reirte de tonterías, decir que No a la vez, hacerte fotos y recordarlas.

Todo esto es esencial para llegar al final y poder sentirte a gusto contigo y saber que eres capaz de subir a una montaña, hayas tardado dos horas, tres días o un mes. 

La sensación de llegar a la cumbre es bonita. Ese ese momento en el que, si estas en tu ciudad natal, te pones la mano de visera, la otra en la cintura y gritas como un idiota: "Ehh mira ahí está mi casa, ¿la ves?" O aprovechas para maravillarte de la gran suerte que tienes, de todos los regalos que tenemos día a día y no somos capaces de aprovechar. Es el momento de descansar, sentarse, comentar con los demás tu viaje y aventuras, comer, beber agua intentar ver como llegan tus compañeros y seguir disfrutando.

Pero...aunque digamos: "Maestro, que bien se está aquí. Hagamos tres tiendas" Hay que bajar y seguir con otra montaña. La bajada es igual de dura o peor...piensas que ya te conoces el camino por haberlo subido un par de veces pero no es así. Quieres llegar cuanto antes y vas esquivando a todas las personas que vienen de frente mientras te van preguntando lo que hacía un rato tu estabas preguntando :"¿Falta mucho para la cumbre? ¿Es difícil? ¿Vamos bien?" Pero que sea difícil no significa que sea complicado, sólo que merecerá la pena.

Cuando llegas abajo y ves la montaña desde donde has estado observando la sencillez del mundo solo puedes sonreír y decir. Ahí estuve yo y allí me quedaría por mucho tiempo.

Es difícil expresar todas las sensaciones subiendo a la montaña. Tenía tanta gente en mi corazón y en el trayecto que sería de mala educación mencionarlas por si se me olvida alguna, pero habría tantos con los que subiría allí aunque tuviera que acelerar o bajar mi ritmo.

Espero que os haya gustado...es un cambio de estilo radical...y es muy difícil abrirse mostrando el interior...espero haberme expresado lo suficiente para haceros entender como me sentí subiendo la montaña.

"Es muy peligroso, Frodo, cruzar la puerta. Vas hacia el Camino, y si no cuidas tus pasos no sabes hacia donde te arrastrarán." El Señor de los Anillos. La comunidad del anillo.