Bueno, bueno, bueno. Volvemos a estas tierras tras un mes de barbecho. He de reconocer que lo echaba de menos pero no se me ocurría el motivo de escribir ni tenía ideas nuevas o distintas a las que ya había escrito. La verdad es que llevo días con muchas ideas nuevas que iré escribiendo poco a poco. Sin embargo, hoy me centraré en un acto muy reciente, es decir, ayer mismo.
Ayer, mientras entrenaba Aikido, me vinieron a la mente una serie de ideas que nunca antes se me había planteado y es el gran parecido de este arte marcial con la vida de cada uno. ¿Realmente son tan diferentes?¿Hay grandes parecidos entre ellos? Mi respuesta es que no son tan diferentes y que sí hay grandes parecidos.
Moriteru Ueshiba, nieto del fundador del Aikido, cuenta en su libro Aikido paso a paso que el objetivo del Aikido es "esa armonización entre ki, cuerpo y mente daría como resultado la verdadera iluminación". Según dice, por curiosidad y explicación, el ki es la fuerza vital que impregna la existencia. Por lo tanto, es un Budo para forjar el cuerpo y la mente, un camino puro.
Ahora bien, tras esta pequeña introducción del objetivo del Aikido y para qué sirve, veremos sus parecidos con la vida.
Nos saltamos el protocolo de Saludo entre cada uno antes de la práctica y el Maestro y ya nos pasamos a la práctica en sí. En ella, como en la vida, necesitas de compañeros sin ellos muchas cosas perderían sentido, estaríamos ciegos y no conseguiríamos avanzar, pues no estamos solos; sin embargo, no hay que olvidar que hay movimientos que hay que practicarlos solo frente a un espejo y ver los errores y sin esa práctica no se puede avanzar, la soledad para el autoconocimiento es necesario. Seguimos y nos ponemos frente a un compañero tanto si eres "uke" (al que realizan la técnica) o "tori" tienes que estar despierto y activo, cada momento de duda es decisivo para la realización de la técnica. Realizamos la práctica y vemos como es nuestro compañero es la primera vez que nos ponemos frente a él, notamos su rigidez en los músculos y pensamos: "Uff, este cuesta, a ver por dónde puedo salir y moldearle para estar a gusto y que él también note esa sensación", más o menos consigues irte haciendo con él y si, a pesar de tener esta rigidez, tiene experencia (es decir sabe algo de este arte marcial) puede ayudarte a ver esos errores que tú no consigues ver y te obsesionas tanto que hace falta que te den un toque de atención y digas : "joder que lerdo".
El maestro nos avisa de que debemos cambiar de compañero, vamos a ver con quién nos toca, es otra persona distinta que no tiene nada que ver con el anterior. Ya te habías acostumbrado a la anterior persona y más o menos sabes por dónde va o qué puedes hacer y que no. Pero este es totalmente distinto, te toca practicar la paciencia y ver otra vez cómo conseguir lo anterior visto; sin embargo, este es más suave y te sientes a gusto, tanto que disfrutas peleandote como un cachorro de león con su compañero. ¿Veis el símil con la vida? Muchas veces conocemos gente nueva y nos gustará como actúa o no pero siempre que conocemos a alguien puede tener parecidos, la experiencia, suavidad, lo que sea, pero es totalmente distinto y necesitas tiempo para poder terminar de pillarle "el tranquillo". Además, tanto en la vida como en el aikido, muchas veces las primeras impresiones fallan. No siempre con el que más experiencia tiene te entrenas mejor. Para terminar con la práctica nos volvemos a saludar y damos las gracias por ese rato. ¡Cómo la vida misma, señores y señoras!
Mencionaba antes que también como "uke" hay que estar activo. Es la misión del compañero que te ayuda y te hace ver esos errores o que ante la duda intenta ver qué ha podido pasar o incluso "putearte" para que te despiertes de una vez y dejes de pensar cosas que te distraigan o te hagan dudar. Tanto en la vida como en el aikido necesitamos a ese "uke" que nos vea desde fuera y de vez en cuando nos eche alguna que otra pequeña bronca.
Por último, el tema de la paciencia, mucha gente se desespera con este arte marcial porque es muy lento y puedes llevar años que tendrás la sensación de no haber avanzado pero los nuevos que vienen te ven como que sabes algo más que ellos y que has avanzado. La vida también requiere esa paciencia para forjarse, las cosas no siempre ocurren por un mecanismo de acción-reacción.
Añadiría mil cosas para comparar la vida con el aikido. Sin embargo, creo que con esto es suficiente y más o menos el símil ha quedado claro. Pero si tenéis alguna duda, buscad un dojo y entrenad este arte marcial ;).
Hasta más ver.