Mucho sabemos sobre ese continente cercano al nuestro llamado África, sobretodo en estos momentos de cambios en algunos paises, pero pocos han estado allí. Yo tuve la suerte de poder estar allí y meterme en la "boca del lobo"; conocer más a fondo esos dos países Malí y Senegal.
Siempre recuerdo aquellos días como algo bonito, distinto y extraño. Me encanta hablar de esos días a pesar de poder parecer un fantasma y que la gente piense que son surrealistas o casi imposibles. Pero es cierto que algo me pasó en ese viaje que me cambió. Nunca me he parado a hablar de mis sentimientos o mis aprendizajes en esa estancia, sólo las personas que poseen o han leido mi diario lo saben e incluso me atrevería a decir que ahí tampoco se ve nada.
Leía hoy una de las crónicas finales que escribió una compañera antes de irnos, la verdad que no me acordaba que los niños de allí nos hicieron un amigo invisible y una niña me dio su e-mail para que contactara con ella. La verdad, nunca la escribí, me sentía impotente el no poder hablar francés con ellos y entenderles. Era algo duro, pero siempre tuve a mano esas dos pulseras enanas que me regaló con tanto cariño y aunque me apretaba me encantaba llevarlas. No sólo me ha venido ese recuerdo a la cabeza, me han venido muchísimos llenos de cariño y gratitud sin haberles hecho nada. El que ellos nos veían como billetes andantes, la mirada de un niño que se tropezó jugando conmigo y ya no volvió porque me temía. La felicidad de los niños de los poblados frente a la tristeza de los niños de la ciudad. El vivir sin reloj, allí se me rompió el mío y me guiaba por el Sol. Podría hacer una graan lista pero me quedaría corto.
Allí aprendí que lo que realmente importaba era levantarse y decir : "¡Qué alegría, tengo un día más!", aprendí que hay muchas cosas importantes para preocuparse y damos importancias a otras...pero...¿Dónde han quedado esos aprendizajes? Es cierto que valoro mucho más el agua, una manía que cogí desde allí es a echarme poca agua en el vaso y no desperdiciar ni una gota.
Sinceramente estoy investigando por qué ese volver aquí me descolocó tanto. Un motivo es que parte de mí se quedó para siempre remontando en Río Niger en una barcaza hacia el corazón de África, como dice Telmo Aldaz en su carta de agradecimiento. Es muy probable que añore ese lugar, que esa depresión post viaje sólo se cure volviendo allí y disfrutando lo que no disfruté en su momento.
Me despido diciendo que esa arena roja senegalesa o maliense sigue llenándo mi ropa.
Leía hoy una de las crónicas finales que escribió una compañera antes de irnos, la verdad que no me acordaba que los niños de allí nos hicieron un amigo invisible y una niña me dio su e-mail para que contactara con ella. La verdad, nunca la escribí, me sentía impotente el no poder hablar francés con ellos y entenderles. Era algo duro, pero siempre tuve a mano esas dos pulseras enanas que me regaló con tanto cariño y aunque me apretaba me encantaba llevarlas. No sólo me ha venido ese recuerdo a la cabeza, me han venido muchísimos llenos de cariño y gratitud sin haberles hecho nada. El que ellos nos veían como billetes andantes, la mirada de un niño que se tropezó jugando conmigo y ya no volvió porque me temía. La felicidad de los niños de los poblados frente a la tristeza de los niños de la ciudad. El vivir sin reloj, allí se me rompió el mío y me guiaba por el Sol. Podría hacer una graan lista pero me quedaría corto.
Allí aprendí que lo que realmente importaba era levantarse y decir : "¡Qué alegría, tengo un día más!", aprendí que hay muchas cosas importantes para preocuparse y damos importancias a otras...pero...¿Dónde han quedado esos aprendizajes? Es cierto que valoro mucho más el agua, una manía que cogí desde allí es a echarme poca agua en el vaso y no desperdiciar ni una gota.
Sinceramente estoy investigando por qué ese volver aquí me descolocó tanto. Un motivo es que parte de mí se quedó para siempre remontando en Río Niger en una barcaza hacia el corazón de África, como dice Telmo Aldaz en su carta de agradecimiento. Es muy probable que añore ese lugar, que esa depresión post viaje sólo se cure volviendo allí y disfrutando lo que no disfruté en su momento.
Me despido diciendo que esa arena roja senegalesa o maliense sigue llenándo mi ropa.
